Haciendo camino…
Largo ha sido el camino y a la vez nos invade la sensación de que siempre hemos estado aquí, en nuestro sitio. Un día, la mirada del mundo se posó sobre nosotros. Hoy queremos compartir cómo fue que se empezó a hablar del restaurante El Capricho, de José Gordón.
Podríamos poner el punto de partida allá por el año 2000, cuando la revista Vino+gastronomía, concretamente el crítico gastronómico Ignacio Medina, hacía hincapié en el descubrimiento que para él supuso reencontrarse con la carne en este pueblo de León.
En este artículo, el más querido por nosotros por su honestidad, criterio, frescura, y por haber sido el primero, Ignacio habla de Jose como un superviviente y de la carne que le sirvió como algo descomunal que le devolvió a un paisaje perdido hace muchos años. “Me emociona el esfuerzo de muchos cocineros humildes por mantenerse fieles al producto, un bien cada día más escaso y cada vez más atacado por quienes deberían preocuparse de mantenerlo con vida”, escribe. Gracias.
Años después, se produjo lo que para nosotros supuso un punto de inflexión en cuanto a la repercusión que generaba nuestro trabajo. Lydia Itoi, una periodista Japonesa-Americana que escribe sobre gastronomía y viajes en la edición europea de la revista TIME, se preguntaba ¿Dónde está la mejor carne? y según ella, no había ningún otro lugar como El Capricho para encontrarla.
Este artículo nos puso en el mapa de todos los amantes de la buena carne, de aquellos apasionados por las cosas hechas sin prisa, con respeto a lo auténtico e impregnadas de la esencia del pasado. Muchos medios de comunicación se pusieron en contacto con nosotros, recibiendo sendas publicaciones en medios como la revista Observer Food Monthly de The Guardian, o en Vogue. En el 2010 llegamos a tierras germanas con Stern, y en 2012 la revista Feel It, que se publica en Angola, Cabo Verde, Mozambique y Portugal y donde se invitaba a introducirse en las profundidades de El Capricho y degustar su chuleta de buey «de genuino sabor e incomparable textura».
Podríamos poner el punto de partida allá por el año 2000, cuando la revista Vino+gastronomía, concretamente el crítico gastronómico Ignacio Medina, hacía hincapié en el descubrimiento que para él supuso reencontrarse con la carne en este pueblo de León.
En este artículo, el más querido por nosotros por su honestidad, criterio, frescura, y por haber sido el primero, Ignacio habla de Jose como un superviviente y de la carne que le sirvió como algo descomunal que le devolvió a un paisaje perdido hace muchos años. “Me emociona el esfuerzo de muchos cocineros humildes por mantenerse fieles al producto, un bien cada día más escaso y cada vez más atacado por quienes deberían preocuparse de mantenerlo con vida”, escribe. Gracias.
Años después, se produjo lo que para nosotros supuso un punto de inflexión en cuanto a la repercusión que generaba nuestro trabajo. Lydia Itoi, una periodista Japonesa-Americana que escribe sobre gastronomía y viajes en la edición europea de la revista TIME, se preguntaba ¿Dónde está la mejor carne? y según ella, no había ningún otro lugar como El Capricho para encontrarla.
Este artículo nos puso en el mapa de todos los amantes de la buena carne, de aquellos apasionados por las cosas hechas sin prisa, con respeto a lo auténtico e impregnadas de la esencia del pasado. Muchos medios de comunicación se pusieron en contacto con nosotros, recibiendo sendas publicaciones en medios como la revista Observer Food Monthly de The Guardian, o en Vogue. En el 2010 llegamos a tierras germanas con Stern, y en 2012 la revista Feel It, que se publica en Angola, Cabo Verde, Mozambique y Portugal y donde se invitaba a introducirse en las profundidades de El Capricho y degustar su chuleta de buey «de genuino sabor e incomparable textura».
En el 2012, de la mano de José Carlos Capel, José Gordón acudió como ponente al congreso de Madrid Fusión para hablar sobre su saber hacer, su experiencia en la maduración de las carnes, despertando gran interés. En dicha edición compartió espacio con grandes profesionales como Magnus Nilsson del restaurante Faviken de Noruega o Miguel Ángel de la Cruz de La Botica de Matapozuelos. Y la publicación Fuera de Serie del periódico Expansión, se deshizo en elogios colocando en portada al maestro asador José Gordon, portando un espectacular lomo madurado al hombro. En el 2013, las revistas Gentleman y Esquire dejaron de manifiesto en amplios artículos, la consolidación de una forma de entender la gastronomía.
Un año más tarde se produce otro hito en el camino, la aparición en el documental Steak (R)evolution. El largometraje muestra los diferentes puntos del mundo donde se podrían conseguir cortes cárnicos realmente fabulosos. El director Franck Ribière y el prestigioso carnicero, Yves-Marie Le Bourdonnec viajan desde Francia a Argentina pasando por Estados Unidos, Japón, Suecia, Italia, Gran Bretaña y España visitando a los mejores ganaderos y restaurantes de carne del mundo, como el Maison Bras de Laguiole o el Peter Luger Steak House de Nueva York. El film concluye que la mejor carne del mundo, tras haber probado la de kobe, la de la roja flamenca, la del Aberdeen Angus, Rubia gallega, etc., se encuentra en León (España) y la sirve José Gordón en su restaurante El Capricho, situado en Jiménez de Jamuz.
Más tarde vino la edición española de EGO del grupo editorial HEARST España, la revista noruega REN MAT, que ofrece un periodismo de investigación e información profundo sobre alimentos y materias primas de primerísima calidad.
No podemos olvidarnos de la aparición en el The Wall Street Journal del pasado año, con un artículo del periodista Oliver Griffin titulado «Like Your Steak Aged 36 Months? Try 17 Years». El autor se sorprende de la incansable pasión que, José Gordón, tiene por crear una carne inigualable, un producto único y cargado de autenticidad.
Han sido muchos lo medios de comunicación que se han hecho eco de nuestra andadura, llegando a lugares donde jamás imaginamos y permitiendo a muchas personas conocernos y visitarnos en nuestra casa. Un camino de largo recorrido, pero nada comparado con lo que queda por recorrer, cada día con el mismo tesón, esfuerzo y amor por este animal, el buey.