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Ya hace casi tres meses desde que este dichoso virus nos dio la vuelta a todos y nos puso los pies en la tierra, y nos hizo reflexionar sobre la urgencia y la velocidad de vivir. Nos obligó a cerrar nuestros negocios y a poner freno a lo que tanto nos ha apasionado durante tanto tiempo, pero aún así, hemos seguido luchando, dando de comer a nuestros bueyes. Mimándoles con la misma admiración y preocupándonos por su bienestar. Hemos trabajo en ecológico nuestros viñedos centenarios que plantaron nuestros abuelos, con respeto a la tierra y a la planta. Hemos intentado llegar a vuestras casas a través de nuestra tienda online, y lo hemos conseguido. Y paralelamente, hemos continuado las obras de nuestro hotelito y nuestra bodega de crianza y hemos también acometido una gran reforma en la cocina de El Capricho; impresionante espacio de fuego que marca un antes y un después.
Deseamos tenerle aquí con nosotros. Deseamos cuidar nuestro entorno y cuidar El capricho mimetizándolo con lo que siempre fue, una cueva. Deseamos que El capricho siga siendo un lugar de encuentro, de celebración, de vida, de alegría.
Queremos transmitir nuestra gratitud a la vida, por estar aquí de nuevo y permitirnos volver, apasionarnos y entregarnos a este noble y servicial oficio.